Un fenómeno natural
La fiebre es un aumento de la temperatura corporal en respuesta a un virus o infección.
El ser humano es un homeotérmico, es decir, su temperatura central permanece estable independientemente de la temperatura exterior. En un niño sano, se regula alrededor de 37°C (+- 1°C), y varía durante el día de 0,5 a 0,6°C (ciclo circadiano). Esta termorregulación se realiza a nivel del hipotálamo anterior, un verdadero termostato del cuerpo humano.
En presencia de una infección, este centro termorregulador ordenará un aumento de temperatura, a través de sustancias químicas llamadas pirógenos, secretadas por ciertos glóbulos blancos (leucocitos y macrófagos). Una temperatura más alta aumentará la velocidad de la función celular y acelerará las reacciones de defensa inmunológica.
Hablamos de fiebre cuando:
- Para un niño menor de 3 meses de edad, la temperatura interna supera los 38°C.
- Para un niño mayor, la temperatura interna supera los 38,5°C.
Por lo tanto, la fiebre en sí no es peligrosa, excepto para los bebés y siempre que no supere los valores altos (~ 41°C).
Por lo tanto, tratar de bajarlo no es necesariamente la mejor manera de ayudar a un niño a sanar. Por lo tanto, si tiene fiebre pero no se siente enfermo, la medicación antipirética no es obligatoria. Mejorar su comodidad puede ser suficiente.
En presencia de un virus leve, el episodio de fiebre generalmente dura menos de 72 horas (3 días). Sin embargo, más allá de eso, es esencial consultar a un médico.
Los reflejos correctos
Los médicos aconsejan a los padres no cubrir al niño, hacerle beber lo más a menudo posible y ventilar la habitación. “Los paños húmedos en la cabeza pueden ser útiles porque favorecen la pérdida de calor corporal”, explica el profesor Chantepie, presidente de la Sociedad Francesa de Pediatría. “Por otro lado, los baños frescos ya no son relevantes. Es desagradable para el pequeño paciente y la eficacia no dura”, añade.
Las drogas
Hay tres moléculas disponibles: paracetamol, aspirina y antiinflamatorios de tipo ibuprofeno. La primera es probablemente la más comúnmente usada en la primera intención. “El principio es usar sólo una droga. No se recomiendan tratamientos alternativos”, dice el profesor Treluyer, pediatra y farmacólogo de la Universidad de París-Descartes. Finalmente, este especialista recomienda que los padres den preferencia a los medicamentos más fáciles de usar y que se presenten en un formato que indique las dosis a administrar al bebé en función de su peso.
¿Es posible el monitoreo remoto y continuo de la fiebre?
Gracias al termómetro de parche Tucky, los padres pueden controlar la fiebre de sus hijos de forma continua y remota. Colocado debajo de la axila con adhesivos hipoalergénicos y biocompatibles de doble cara, Tucky medirá la temperatura axilar (método utilizado en las maternidades) y enviará los datos al teléfono de los padres sin molestar al niño enfermo. Un ahorro de tiempo pero sobre todo de serenidad!
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